Juanito Oiarzabal, 58 años. Montañero. «Todos mis apellidos son vascos, no sé si ocho o incluso dieciséis…»
Yo nací en Vitoria, calle Nueva Afuera, 20, sobre una mesa de mármol. Y todos mis apellidos son vascos, no sé si ocho o incluso 16. Los vascos, cuando salimos de casa y viajamos por ahí, siempre ejercemos de vascos. Vamos de vascos por el mundo, igual por eso los tópicos de que somos muy nuestros. En el mundo de la montaña, por ejemplo, mis expediciones siempre han sido conocidas, en primer lugar, por la gastronomía, que todo el mundo sabía que yendo con nosotros se iba a comer bien; y después por mi carácter fuerte, muy vasco, que soy como soy, ¡oye! Ahora bien, en la montaña intento no hablar de política. Es que siempre me meto en charcos y luego me digo: ‘Por qué no te quedaste tranquilo, Juanito’. Cuando los vascos sacamos la política, nos cuesta controlarnos, nos ponemos como ogros».
Anne Igartiburu, 45 años. Presentadora. «¡No seré yo quiendiga que las mujeres vascas somos fáciles!»
Dice el mito que las vascas somos muy difíciles. Pues no seré yo quien diga lo contrario. Fáciles, desde luego, no somos. Somos, eso sí, muy mandonas. El matriarcado siempre ha sido muy propio de Euskadi. Por eso, en un lugar donde los hombres pasan el día con la cuadrilla, somos bastante independientes a la hora de gestionar nuestra vida. Otro tópico que me hace gracia es el de que somos cabezones. Cuando a un vasco le lanzas un reto, se encabezona y, por narices, lo tiene que hacer. A mí, desde luego, me pasa. ¡No veas cómo me pico! También me llama la atención el pudor en cuestiones relacionadas con las emociones. Si le haces una confidencia a un vasco, se sentirá halagado, sí, pero no sabrá bien cómo gestionar eso. Y en cuanto a los apellidos, yo me sé mis ocho primeros. En Euskadi, estos hacen alusión al origen familiar; un manantial, una casa en un lugar, un bosque de robles… Yo, que aprendí el castellano de mayor, desconocía muchos términos en español de cuestiones de la naturaleza hasta que vine a Madrid».
Después de esta lectura y reflexión, se abre el diálogo en clase: ¿qué pasa en tu país?